martes, 2 de junio de 2015

Querido abuelo

Querido abuelo:
Hace ya tiempo que no estás, pero todos sabemos cómo te gustaba a ti que toda la familia se reuniera, organizándolo de tal manera, que ninguno faltara.
Sé que algunos pensarán que esto es una tontería…que no estás entre nosotros, y que escribirte una carta es absurdo. Sin embargo, yo he aprendido que las cosas absurdas solo existen para quienes no las entienden  o comparten, y que lo realmente importante es lo que piensa o siente uno mismo.
Yo pienso y siento que me acompañas en gran parte de los momentos de mi vida. Me acompañas en recuerdos, en sonrisas, en consejos…
Me acompañas en cada notable y sobresaliente conseguido, y me acompañas en las felicitaciones a tus otros nietos cuando sacan notas excelentes, pues nadie mejor que tú me enseñó lo importante que era estudiar, lo valioso que era el esfuerzo, y lo vital que era luchar por lo que uno quiere.
Te recuerdo  a forma de pregunta en mis momentos malos “¿Estaría abuelo orgulloso de mí?”  o  cuando estoy entre varios caminos y tengo que tomar una decisión
Últimamente no creo mucho  en el amor que venden las películas. Ese amor para siempre…y entonces te recuerdo a ti con abuela. Recuerdo los besos que le dabas, como la mirabas y el amor con el que le hablabas. Entonces sonrío y me recuerdo a mí misma que yo quiero algo así, que si existe, pero que encontrar a la persona indicada requiere su tiempo.
Te echo tanto de menos…
Echo de menos escuchar un “Mi amor” de tu boca,  verte nervioso en tu cama viendo el Tete, u observarte mientras caminas por la calle llegando del bar.
Te echo de menos por abuela, porque aunque por cosas de la vida no te recuerda, sé que si te siente y en el fondo de su ser, sabe que le faltas.
Entiendo que te fueras, y tengo grabado en mi cabeza el último momento en que te vi…
Pude decirte te quiero, pude abrazarte, y... aunque no me despedí porque en el fondo de mi alma quería que te quedaras, siento que pude demostrarte que te adoraba.
Por y para siempre, serás especial para mí.
Por y para siempre, te llevaré conmigo, ya sea en forma de llavero, de recuerdo, de olores, de canciones, o de sonrisas…

domingo, 31 de mayo de 2015

En la vida no contamos con una brújula que nos indique qué camino es el correcto. No existe Norte, ni Sur, Ni este ni Oeste…peor aún, a veces en la vida no hay camino de vuelta. El no poder tornar a dónde queremos provoca en nosotros miedo a equivocarnos, miedo a fallar. Ese miedo está acompañado de la incertidumbre de qué pasará, por qué  o para qué…es como navegar sin rumbo, sin una estrella que te guíe…

No todo el mundo tiene la suerte de contar con una estrella que ilumine el camino, o un faro que nos indique dónde vamos a chocar…Y en ocasiones, aún teniéndolo, seguimos  varando…
Sin embargo, con el tiempo empiezas a conocer la importancia que tiene cometer errores…
Tanto miedo a equivocarnos...hasta que entendemos que con cada error aprendemos, y que cada aprendizaje nos hace mejor…

Yo ya no tengo tanto miedo a equivocarme. Mentiría si dijera que ese miedo ha desaparecido…pero comprender que los errores me han conllevado a aprendizajes que hoy día me hacen ser mejor, me hace pensar que quizás vale la pena arriesgar y fallar, porque la vida es eso…seguir creciendo…

A veces nos cerramos en banda, y por miedo, rechazamos a personas u oportunidades… Hasta que llega alguien o algo, que por mucho miedo que tengas entra en tu vida sin que te des cuenta, haciendo consecuentemente, que tu vida también cambie…

Quien entienda tus miedos, entenderá tu forma de actuar...
Quien entienda tus miedos te conocerá más profundamente…
Tener miedo a que falles o te fallen…
Miedo al amor y al desamor…
Miedo a querer y perder
Miedo a ser y no ser
Miedo a tantas cosas que abruman…

Entonces, despiertas una mañana, y tras superar los intentos fallidos, das con la respuesta correcta.

Solo equivocándonos llegaremos a la respuesta, solo frenando el miedo podremos seguir, seguir creciendo.


Adiós a los cuentos de hadas...

Como un niño pequeño, con inocencia entregas todo, esa parte de ti que nadie conoce…besos de corazón, palabras que no explican lo que sientes, abrazos que te envuelven y llenan el alma. Sin miedo a que un día el cielo torne a gris, nunca llevas paraguas.

Nunca fui buena prediciendo el tiempo, y más de una vez acabé en charcos…

 Un día de ilusión, sales con tu mayor sonrisa, con ganas de todo, de seguir entregando parte de ti, de seguir demostrando y queriendo cada parte minúscula de la persona que tienes a tu lado, y entonces…todo se acaba. 

¿Por qué nadie nos enseña que las historias tienen fin? Que la Sirenita en realidad muere, que la historia de Cenicienta fue sangrienta y grotesca… ¿por qué maquillan la realidad? Que los príncipes azules ya no existen, que rara pareja es realmente fiel, que muy pocos tienen sentimientos verdaderos o al menos, duraderos…

Te rompen en mil pedazos, y poco a poco gota a gota, los pegas como puedes…y esperan de ti que vuelvas a querer a alguien…que te entregues de la misma manera, que tengas ilusión o creas en el amor. Yo hace tiempo que dejé de creer en historias PARA SIEMPRE. Me percaté de que los príncipes solo velan por la princesa con mayores dotes, y que muchas princesas tienen gran facilidad para cambiar de “amor verdadero”...

Y es entonces cuando tristemente, te das cuenta que hace tiempo que no crees en el “Vivieron felices y comieron perdices” . Soy de las que valoran más a los 7 enanitos, las hermanas de la Sirenita, las hadas madrinas de la bella duermiente…las personas que nunca te fallan, que te quieren en tu totalidad… 

Soy de las que dejaron de creen en cuentos de hadas, de las que saben que la magia de la vida depende únicamente de uno mismo